Obra profana

lunes, 7 de octubre de 2013

I Salón Neo Simbolista, por la belleza y el espíritu en el arte.





The Wolfman, Andrés Ortega.
Como ya dijera en la última entrada del 31 de Octubre al 30 de Septiembre se celebra, dentro del marco de la V Semana Gótica de Madrid, el primer salón de arteNeo Simbolista.
En esta exposición se darán cita numerosos artistas, a los cuales tengo el honor de pertenecer. La verdad es que he estado observando el trabajo de otros artistas y me ha parecido de una calidad excelente, de hecho aún no me creo que me hayan cogido a mi también pues, como ya he dicho, el nivel está bastante alto.
Mi obra seleccionada para la exposición es la que se muestra el la foto,  el busto "The Wolfman", que representa a un hombre lobo.
Para que os hagáis una idea de lo que intento representar con esta obra, os copiaré una parte del  dossier que entregué para la convocatoria de la exposición:

Ficha Técnica
Autor: Andrés Ortega Zamorano (Andrés Ortega).
Título: The Wolfman.
Año: 2010.
Técnica: Modelado.
Soporte y dimensiones: Barro cocido y policromado, tela encolada y madera.
30x46x27 cm, peso: 10.40 kg.
Valor económico: 1000€
Necesidades técnicas expositivas: Peana.

Descripción formal: La obra consiste en un busto de barro cocido policromado sobre peana
de madera.
Representa un licántropo u hombre lobo, salpicado con la sangre de su víctima, aullando a la luna.
Al hablar de busto, se entiende que se trata de un bulto redondo que, al carecer de ningún saliente
en su composición, podría decirse que es en bloque.
Las fauces abiertas del monstruo, así como la sangre que de ellas brota, dotan a la figura de cierta
incomodidad o rechazo por parte del espectador, aunque en sus ojos vidriosos, aún se puede
observar un atisbo de humanidad.

Contexto histórico/artístico: La licantropía o el mito del hombre lobo es una creencia
popular bastante antigua. Forma parte del folclore de muchas culturas y, junto con el vampirismo, es
quizás el mito más extendido en toda la tierra.
En el arte se ha representado también el mito. Muchos son los grabados en los que aparecen
hombres lobo, como el realizado en 1512 por Lucas Cranach el Viejo, que nos muestra a un hombre
lobo que huye con un niño en la boca.
Ya en el siglo XVIII, encontramos un grabado
alemán anónimo que también encarna un
licántropo.
Si bien el mito del hombre lobo ha sido realizado
Grabado de Lucas Cranach el viejo, 1512
en distintos campos artísticos, el que , sin duda,
más lo ha desarrollado ha sido la literatura, y
posteriormente el cine.
El auge de la novela gótica a finales del siglo
XVIII y principios del XIX, extiendeaún más si
cabe el mito de la licantropía por todos los países
del viejo y el nuevo continente.
Tanto es así que son numerosas las novelas y
relatos que estos escritores no legaron.
Relatos tales como el Lobisón, de Horacio
Quiroga, La marca de la bestia, de Rudyard
Kipling o El hombre lobo de Eugene Field, son ,
entre otros, algunos de los relatos que repasa este
mito.
Lo cierto es que no solo los la literatura se
impregnaba de historias de hombres lobo, sino que
además, la misma prensa se hacía eco de supuesto casos de licantropía ocurridos en la vida real.
Y hubo registrados, a lo largo de la historia, diversos casos de juicios a supuestos hombres lobo.
Tenemos así al hombre lobo confeso de Jürgensburg, Livonia. Un anciano que, en 1692, aseguraba
ser un hombre lobo desde los trece años y que todos los hombres lobo se reunían en un cónclave
itinerante anual en el que bajaban al mismísimo infierno para recibir órdenes de Satán. El anciano
fue encarcelado.
También existe el caso de Hans The werewolf, un chico de 18 años que, en 1651, fue llevado a las
cortes acusado de licantropía. El chico confesó ser un hombre lobo, recorrer los bosques convertido
en lobo y haber sido iniciado en la licantropía por un hombre vestido de negro. Cuenta que una vez,
un perro ovejero le atacó para defender el rebaño y éste le dejó una marca en el muslo. El perro fue
llamado a comparecer y, según consta en acta, reconoció al hombre lobo y se lanzó a atacarle.
Pero sin duda el caso más escalofriante, quizá porque nos toca más de cerca, es el del el hombre
lobo español, Manuel Blanco Romasanta (1809-1863), se dice que es también origen de la leyenda
del hombre del saco o sacamantecas. Este hombre mataba y sacaba las grasas de sus víctimas para
hacer jabón, que luego vendía. Él mismo aseguró ser víctima de una maldición, y cometer dichos
asesinatos bajo el dominio de la bestia. Es el único caso de licantropía clínica que existe, y en su
día, fue tan conocido que llegó a oídos de la mismísima reina Isabel II.
Romasanta fue juzgado y encarcelado, murió en prisión.
Como ya he dicho anteriormente, el cine también posee un diverso elenco de títulos basados en el
mito de la licantropía. Muchos de ellos son adaptaciones de relatos decimonónicos, y otros de
creación propia.
Títulos como Alaridos, Aullidos, La marca de la bestia, Lobo, Un hombre lobo americano en París,
Ginger Snaps, Underworld, Teen Wolf, etc, son una muestra, algunas más serias que otras, de lo
prolífico de los hombres lobo en el séptimo arte. Sin duda, a mi parecer, una película a destacar
sería The Wolfman, protagonizada por Benicio del Toro. Es una película que, si bien no ha recibido
buenas críticas, a mi me encanta debido al transfondo que tiene, y a la pureza con la que trata el
mito de la licantropía, tal y como se entendía en el siglo XIX.

Objetivos/justificación de la obra:
El mito del hombre lobo es un caso que me interesa sobremanera. Junto con el vampirismo es uno
de los temas de la literatura gótica por excelencia. La idea de hacer una obra relacionada con el
tema licantropía me venía rondando, y lo sigue haciendo, desde hace mucho.
Quizá algo que me llame la antención de los hombres lobo, al igual que de los vampiros sea el tema
de lo maldito. La maldición que conlleva el estar condenado a vivir una vida mísera, en la que te
ves obligado a matar para poder subsistir. Bien sea para obtener el carmesí líquido vital, como es el
caso de los vampiros, o simplemente, como en los hombres lobo, porque no puedes controlar la
bestia que hay en tu interior.
Sucumbir a la bestia es uno de los miedo inherentes en el ser humano, puesto que el raciocinio es lo
que nos separa y dos distingue de parecer meros animales.
La bestia está también relacionada con los bajos instintos, las pasiones y los más oscuros deseos del
ser humano, y para un ser limpio y puro el hecho de no poder impedir que aflore la bestia supone un
tormento y una maldición muy grande.
Aún siendo una idea que llevaba tiempo rondándome la cabeza, lo que sin duda me impulsó a hacer
esta obra fue el visionado de la citada película de Benicio del Toro. Dicha película posee las
características anteriormente dichas. Un hombre bueno, de buena familia, y recientemente
enamorado se ve obligado a sucumbir a la bestia por culpa de una maldición, esta maldición le
produce una lucha interna de la cual es inevitable salir perdedor. Es la destrucción de la persona
como individuo, que poco a poco va desapareciendo el Ego, como símbolo del Logos, dejando el
dominio al Pathos.
Esta es la simbología de la que he querido impregnar mi obra. El busto representa a un hombre
lobo, que grita o aúlla a la luna después de cometer un asesinato, quizá el primero, por eso aún se
muestra algo reacio a lo que ha hecho, aunque la bestia que anida en su interior clama por que haya
más derramamiento de sangre.. Su aspecto, sus colmillos, sus fauces abiertas, el pelo que se
extiende por su cara, y la sangre que sale de su boca y salpica su camisa lo convierten en un
monstruo, pero en sus ojos aún queda humanidad. Humanidad que irá perdiendo,pues como ocurre
en estos casos, y como ya he dicho antes, el Pathos vencerá al Logos, y la bestia poseerá al ser
humano que se sentirá maldito, muerto en vida, y totalmente anulado como persona.

Bueno, espero que os hagáis una idea de la simbología de la obra.
Para terminar me gustaría dar la enhorabuena a mi amiga Cristina Nogales Aranda, autora del blog Monstruos bajo la cama y a Juan chica. También me gustaría darle las gracias a mi gran amigo José León, que se ha prestado a hacerme la fotografía que veis más arriba. Muchas gracias José. Ya que ambos han sido seleccionados también. Un saludo a todos, gracias por leer el blog.